El sacabuche, es el antecesor directo del trombón moderno, se inventó hacia mediados del siglo XV.
Surgió para atender la demanda de los compositores que vivieron a caballo de los siglos XIV y XV, que cada vez componían más para registros graves.
El sacabuche derivaba de la trompeta bastarda, aparecida a finales del siglo XIV, y su principal característica era que presentaba una boquilla deslizable unida a una corredera.
Para facilitar la ejecución se dio a la trompeta deslizante forma de S y poco después se inventó la «corredera», lo que dio origen a un nuevo instrumento que, al principio, se llamó trompeta baja o más comúnmente «sacabuche» porque su forma recordaba a un arma de este nombre.
En Italia, el sacabuche compartió protagonismo con la corneta en muchas formaciones instrumentales. Durante el siglo XVI y, especialmente, el XVII, empezaron a proliferar las composiciones para sacabuches y trombones solos o junto a otros instrumentos.
En este sentido, destacan las obras de Claudio Monteverdi, especialmente la ópera Orfeo (1607), y de Giovanni Gabrieli, sobre todo con sus Canzoni e sonate (1615).
En aquella época, los sacabuches poseían un timbre más melódico que los trombones actuales y la corredera tenía cuatro posiciones.
En el siglo XIX se construyeron trombones de pistones. Actualmente se usan los de varas y los de pistones, y existe también un tipo mixto con pistones y varas.
En la actualidad, el trombón se ha revelado un instrumento imprescindible en la orquesta y en las formaciones de jazz, donde a partir del siglo XX adquirió un verdadero papel de solista.